La historia detrás del nombre Café Don Roca 

José A. Roca Rodríguez nació en el año 1931 en el barrio Naranjo de Yauco, Puerto Rico. Hoy, con 94 años, es un hombre que lleva consigo una historia de trabajo, visión y fe. Desde niño, su vida estuvo entre montañas y cafetales. Su madre lo llevaba a recoger café, y fue en ese contacto temprano con la tierra que nació su amor por la agricultura, aunque él aún no lo sabía.

El 28 de febrero de 1953, en tiempos de la Guerra de Corea, fue enlistado en el ejército de los Estados Unidos. Allí fue enviado a estudiar artillería. De una clase de doce jóvenes, diez fueron enviados a Corea, uno a Alemania… y a él, lo enviaron a California. En ese entonces no lo entendía, pero con los años reconoció que Dios lo estaba cuidando. Esa fue una de muchas ocasiones en las que supo que su vida estaba siendo guiada con propósito.

Estuvo seis meses en California, y luego fue trasladado a Washington, donde completó su servicio de dos años y fue licenciado. Después se mudó a Nueva York, donde comenzó a emprender. Tenía 27 años cuando abrió su primer negocio: una fábrica de trajes para damas. Junto a un socio, vio lo que otros no veían: el potencial de un mercado liderado por un hombre que entendiera a la mujer. Vendió la fábrica por $5,000, y usó ese capital para seguir desarrollando nuevos negocios. 

Fue padre por primera vez a los 17 años, y a los 27 tuvo su segundo hijo. Más adelante, conoció a Juana Rivera Candelaria, quien luego de casarse adoptó el nombre de Jenny Roca, como siempre la han llamado. Se casaron en el año 1960. Fue precisamente en su negocio más estable —una escuela de enseñanza para conducir— donde se conocieron. Ese negocio no solo le dio sustento, sino que también marcó el inicio de una nueva etapa familiar: junto a Jenny, tuvo cuatro hijos más. 
Aprendía rápido y sabía mover las ideas hasta convertirlas en sustento. Además de la escuela de conducir, también tuvo una tienda de discos. Durante muchos años vivió en Nueva York, pero viajaba constantemente a Puerto Rico. Jenny se encargaba de las oficinas mientras él iba y venía. 
Fue en 1988 cuando decidió volver de lleno a sus raíces. Compró una finca cafetalera en Yauco llamada Hacienda María Antonia. Aunque ya había tenido contacto con fincas desde joven por herencia familiar, fue en ese momento cuando comenzó a desarrollar el negocio de la caficultura con intención y conocimiento. 
Aprendió mucho: que el café requiere cuidado, que las cosechas dependen del clima, y que desde la siembra hasta la primera cosecha pueden pasar hasta tres años. En 2006, logró cosechar 672 quintales de café en esa finca. Pero con el tiempo vinieron los retos: huracanes, tormentas, temblores, terremotos, la pandemia… Las pérdidas lo desanimaron, especialmente en su edad avanzada, pero no borraron lo que había logrado. 
En el año 2004, tomó la decisión de retirarse formalmente y mudarse definitivamente a Puerto Rico. Sus hijos comenzaron a ayudar con el manejo de la finca. Entre ellos, Samuel A. Roca —el menor— tuvo la visión de crear una marca de café en honor a su padre. Así nació Café Don Roca. 
Cuando José supo que su nombre iba a estar en una bolsa de café, su reacción fue de profunda emoción. Para él, significó que su esfuerzo no fue en vano, que su historia continúa viva, y que su descendencia lo recordará como un hombre que luchó para sostener a su familia con trabajo digno y amor por la tierra. 
Su mensaje para quienes disfrutan una taza de Café Don Roca: 
“Yo espero que lo que mi hijo Sammy emprendió sea un éxito. Que todas las personas que compran el café, que Dios los bendiga. Y como dice Juan 3:16: 
‘Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.’ 
Así como yo tengo vida eterna en Cristo Jesús. ¡Aleluya!”